Por Anabel Valera, formadora de la Fundación Trilema (@anabelvalera_entre_profes)
¿Cómo está tu puerta, abierta o cerrada? Una puerta abierta es un reflejo de la actitud que tienes hacia los otros y hacia ti mismo.
Cuando iba al colegio, ir a la sala de profesoras a hacer un recado era toda una aventura, algo que, como poco, imponía. Tras haberme arreglado el uniforme y comprobar que todo estaba en su sitio, picaba a la puerta y cuando se abría, me invadía una nube de humo acompañada de parloteo y risas. Ese era el espacio reservado a la ‘sabiduría’, a la ‘autoridad’. Balbuceaba un “Disculpe, podría hablar con…” y tras pasar el mal trago, finalmente volvía corriendo a mi clase aliviada.
Cuando acabé mis estudios de Magisterio, tuve la oportunidad de vivir mis primeros dos años de maestra en el colegio que me vio crecer y experimentar el mundo que había tras esa puerta. Cuando veía a las alumnas picar nerviosas y entrar, me invadían mis recuerdos de niñez y se despertaba en mí el instinto de protección: sabía los nervios que esas chiquillas traían (y que lo único que querían era unos folios en blanco o avisar de que no se quedaban a comer y huir a su clase). Esa puerta marcaba la diferencia y la distancia entre dos mundos.
Creo que la puerta es una buena metáfora para reflexionar acerca de ciertas actitudes que, como docentes, pueden ser interesantes tanto desde el punto de vista de maestros como de directivos de un centro educativo. Vamos a verlo desde estas dos perspectivas.
Eres director de un colegio, coordinador, jefe de departamento… y trabajas en un despacho. Ese espacio que consideras tu reducto de paz y de control. El despacho es tu campo de lucha, es donde libras las mejores batallas, aquellas que hacen crecer a las personas que te rodean, pero sobre todo a ti mismo. Pero para que realmente esto sea así, has de permitirlo, has de dar permiso para ello.
Existe un truco sencillo, y es preguntarte: ¿Cómo está la puerta de mi despacho, abierta o cerrada? Si está cerrada, el mensaje que estás transmitiendo es que estás parapetado, escondido entre la burocracia y el papeleo, o quizá también escondido de la mirada y el juicio ajeno. Quizá, a veces sin querer, estás dando a entender un “no molestar».
El líder deja su puerta abierta. Abierta a recibir críticas –idealmente, ¡acompañadas de soluciones!–, acoger a sus empleados con la mochila que quieran compartirle… Abierta a miradas y a propuestas. Abierta a los demás. El despacho deja de ser un espacio de ámbito privado para ser un espacio compartido, un lugar de encuentro.
Y ahora vamos a verlo desde la perspectiva del maestro/a.
Profe, ¿cómo está la puerta de tu clase? ¿abierta o cerrada? ¿invitas a tus compañeros a entrar? ¿se sienten con libertad para observarte? Y tú, ¿puedes entrar en la clase de cualquier compañero/a sin pasar vergüenza o apuro? La mejora de nuestro desempeño docente pasa por trabajar mano a mano con nuestros iguales, aprendiendo de y con ellos.
Una de mis hermanas trabaja en un quirófano. Hace un tiempo me explicaba que los médicos entran con naturalidad y se observan unos a otros operando con el objetivo de aprender, independientemente de los años de carrera que cada uno acumule.
Una puerta abierta es un reflejo de la actitud que tienes hacia los otros y hacia ti mismo. Una puerta abierta es signo de apertura al otro.
¿Por qué seguimos pensando los profes que ‘nuestra’ aula es de ámbito privado? Lo que pasa en tu clase puede ayudar a tus iguales a aprender, tanto de tus aciertos como de tus errores. No es tu refugio personal, es un espacio de aprendizaje compartido, con enormes posibilidades de crecimiento para todo el equipo. Una puerta abierta es un reflejo de la actitud que tienes hacia los otros y hacia ti mismo. Una puerta abierta es signo de apertura al otro.
Pero, ante todo, es una cuestión de coherencia. ¿No crees que tus alumnos aprenderán el auténtico sentido del trabajo cooperativo si ven a sus profesores ponerlo en práctica en su vida diaria? Y si hablamos de coevaluación: ¿No piensas que si nos ven coevaluarnos entre nosotros, naturalizarán ese proceso y entenderán que forma parte de su aprendizaje?
Así que, ahí te dejo de nuevo la pregunta para que puedas darle vueltas: ¿Cómo está tu puerta, abierta o cerrada?