Autor: Javier Fernández, del colegio Trilema Av. América.

Hablamos mucho de los proyectos entre adultos, con otros profes… y ya llevamos varios años trabajando por Proyectos en nuestro centro, pero ¿cuál es la opinión de nuestro alumnado? ¿Realmente son conscientes de qué supone? ¿Aprenden más, menos o igual? Quería saber cuál era su percepción sobre todo esto, porque no hay mejor manera de aprender que escuchándoles a ellos y ellas, los verdaderos protagonistas y el motivo por el que trabajamos para una mejora constante.

Por eso, Ángela, alumna de 4º de Primaria me ayudó con su narración a conocer un poco más cómo vive y qué visión tiene el alumnado sobre el trabajo por proyectos interdisciplinares. Mi expresión iba transformándose de la intriga y curiosidad iniciales, a una enorme alegría y satisfacción tras escuchar sus palabras.

Lo primero que me comenta es los nervios con los que vive el camino al cole el día que empezamos un nuevo proyecto. «Siempre que comenzamos tengo un revoltijo de emociones donde se mezclan nervios, incertidumbre y mucha ilusión», asegura. «Según entro al colegio voy encontrándome a los profesores/as disfrazados de exploradores y el colegio ambientado como una selva. Animales colgados, redes con enredaderas que caen y un montón de hojas verdes colgadas por todas partes. El colegio está precioso y no tengo dudas de que ha llegado ¡el proyecto de Seres Vivos!».

 

Me gusta mucho cuando el colegio está decorado porque me anima a aprender, siento el centro como mi segunda casa, un sitio acogedor, divertido y estimulante.

Además, cuando vamos avanzando en el proyecto colgamos las evidencias del progreso por las paredes, lo que hace que estamos literalmente rodeados de aprendizaje. En ese sentido, Ángela me cuenta que le gusta mirar las evidencias de sus compañeros para ver cómo hacen las cosas y ver qué están aprendiendo.

Quería saber también cómo vive el arranque de cada proyecto. «Camino hacia mi clase emocionada y una vez allí nos enfrentamos al desafío inicial, que esta vez consiste en resolver un Genially sobre los cazadores furtivos junto con nuestro equipo de trabajo cooperativo». El desafío inicial es siempre una actividad que les causa sorpresa, y normalmente es muy divertida, para ayudarles a poner en contexto lo que van a aprender. Es un golpe de motivación que les hace comenzar el proyecto receptivos hacia el aprendizaje.

Después de los desafíos iniciales, siempre terminan con una estrategia de pensamiento, como por ejemplo, una cadena de tareas, ‘Así lo he visto y así lo he vivido’, ‘Antes sabía y ahora sé’… Esto les sirve para reflexionar sobre lo que han vivido durante el primer día de proyecto y asentar esa motivación antes de continuar nuestra aventura de aprendizaje.

«A partir de aquí, comienza mi parte favorita», dice, y escucharle pronunciar esa frase hace que abra aún más ojos y oídos. «Los profes nos organizan en grupos de trabajo cooperativo y, para que cada uno podamos aportar lo mejor de nosotros mismos, nos repartimos roles (portavoz, secretario y coordinador) entre los compañeros de equipo. Antes de decidir qué rol elegimos cada uno, nos tomamos un momento de reflexión individual y otro en equipo, donde analizamos nuestras fortalezas y nuestras áreas de mejora. Además, intentamos anticipar las posibles dificultades que creemos que vamos a tener como equipo para poder utilizar distintas herramientas que nos ayuden a evitarlas».

Una vez tienen los equipos organizados, los alumnos y alumnas hacen una reflexión un poco más profunda, lo que llamamos ‘metacognición inicial’, en ella analizan cómo se sienten frente al nuevo proyecto, qué ayudas pueden necesitar, cuáles son sus fortalezas…

«Como estamos en constante crecimiento y aprendizaje, tenemos que hacer varias pausas metacognitivas», dice Ángela. Y tiene toda la razón. A mitad del proyecto hacen otra metacognición que les ayuda a descubrir cómo lo están haciendo, si han descubierto alguna herramienta nueva, algún nuevo interés, si están teniendo dificultades, o si en su equipo ha surgido algún reto y están a tiempo de proponer posibles soluciones.

Y al terminar el proyecto, hacen la metacognición final. Esta es muy útil para comprender el proceso al completo y sacar conclusiones de cara al próximo proyecto.

«Para mí la metacognición es fundamental porque nos sirve para parar y pensar realmente en lo qué sabemos, qué y cómo estamos aprendiendo, cómo funciona mi equipo y cuáles son nuestras fortalezas y mejoras. Así aprendemos más y mejor», concluye.

A lo largo del proyecto, los profesores/as organizamos los contenidos en tres o cuatro partes que llamamos ‘tareas’. El alumnado aprende de forma activa y consciente, utilizan estrategias y rutinas de pensamiento, aprendizaje manipulativo, actividades de aprendizaje cooperativo, aprendizaje a través las TIC y un montón de recursos más. Nos esforzamos mucho para que  aprendan contenidos de forma significativa, pero también para que su nivel competencial no deje de mejorar.

Cuando el proyecto llega a su fin, nos preparamos para una fiesta: la celebración del aprendizaje. Y aquí Ángela parece muy segura al expresar: «Es sin duda, el momento más especial de todo el proyecto».

«El día de la celebración del aprendizaje, nuestras familias vienen al colegio (ahora entran en forma de videollamada, que también nos encanta) y les mostramos todo lo que hemos trabajado y aprendido, les enseñamos las evidencias colgadas por la clase y, lo más importante, les contamos todo lo que hay en nuestro porfolio».

Los profes consideramos fundamental que sean capaces de explicar los aprendizajes porque ahí es donde se dan cuenta de si realmente han comprendido lo trabajado durante el proyecto. Ya sabéis el refrán: ‘enseñar es aprender dos veces’. Además, con todas estas oportunidades de verbalizar aprendizajes mejoran muchísimo sus habilidades comunicativas y las familias se alegran de poder vivir esta experiencia y acompañarles reconociendo su buen trabajo.

Espero que esta breve explicación sobre el trabajo por proyectos os haya servido para haceros una mejor idea de lo que supone esta metodología en el alumnado. Pero por si no había quedado claro, me gustaría cerrar con una última frase de Ángela que creo resume a la perfección su emoción (y la mía): «¡Qué suerte tenemos de poder trabajar por proyectos!».