Autora: Noemí Martín (Profesora de Primaria)

menudo los profesores y profesoras del último Ciclo de Primaria nos cuestionamos ¿estamos dando el máximo a nuestro alumnado? ¿les estamos proporcionando las herramientas adecuadas para defenderse en el futuro? ¿cómo gestionarán nuestros alumnos el paso a secundaria? ¿les estamos preparando bien para el instituto? Preguntas fruto de nuestra potente auto-exigencia que, creíamos, solo se iban a resolver con la prueba irrefutable del tiempo. 

Las familias por su parte nos comparten con cariño sus miedos sobre el cambio de etapa y ambos lados tratamos de coordinarnos para ofrecerles a los niños todo aquello que pensamos les será de utilidad en el futuro; en el ámbito académico, emocional y competencial. 

Hemos tratado de proporcionarles competencias intrapersonales, interpersonales y emocionales en cada situación imaginable; insertadas en cada clase, camufladas dentro de lo académico, disimuladas dentro de cada conversación “casual” en los pasillos…Todo lo posible para que el cambio de centro fuera lo menos duro posible.

Y la vida, que es impredecible, nos ha vuelto a demostrar que a veces las cosas ocurren antes de lo esperado, que no podemos tener todo bajo control y en cualquier segundo todo puede cambiar. A mitad de curso, en plena preparación para el cambio de etapa, nos hemos visto obligados a transformar por completo el concepto que teníamos de colegio y construir uno nuevo sobre la marcha.

No hemos podido esperar al paso a secundaria para comprobar si nuestro alumnado había consolidado esos conocimientos. Esta pandemia mundial nos ha obligado a ponernos a prueba y a sacar lo mejor de cada uno en estos dificilísimos momentos.

 Pero, aunque el Covid-19 ha venido cargado de malas noticias, a nosotros se nos llena el corazón de alegría y orgullo cada vez que observamos a nuestro alumnado. Nos han demostrado no sólo que habían adquirido todas aquellas habilidades que tanto nos preocupaban, sino muchas más de las que esperábamos. 

Se han gestionado sus propios horarios, han trabajado en equipo telemáticamente, han aprendido a utilizar tecnologías que desconocían en un tiempo record e incluso han organizado video-llamadas para resolver dudas de compañeros. No podemos sino hincharnos de felicidad viendo como muestran una admirable capacidad de adaptación, autonomía, gestión emocional, flexibilidad y resiliencia. 

Todos nuestros alumnos han tenido que enfrentarse de forma autónoma a retos de cierta dificultad bajo una enorme presión emocional. ¿Acaso no podría ser esa una buena definición del primer curso de secundaria de un/a preadolescente? 

Podemos decir orgullosos que ahora sí, tenemos la certeza, de que nuestro alumnado sabe enfrentarse de forma autónoma y responsable a nuevas dificultades, por lo que estamos más que seguros de que el paso a secundaria será un gran año para todos ellos.

 ¡Esperaremos ansiosos a que pasen por el colegio a contarnos cómo están viviendo su nueva etapa!