Autor: Martín Varela, subdirector Fundación Trilema.

El martes realizamos el webinar Escenarios funcionales de aprendizaje. En él proponíamos un modo efectivo de trabajar las funciones ejecutivas en el aula. Para nosotros, una mezcla de intuiciones confirmadas y de vanguardia.

Aún recordamos esta fotografía que utilizábamos en las primeras presentaciones sobre competencias cuando aterrizaron en nuestro país. De esto hace ya casi 15 años.

Explicábamos por qué optábamos por el término ‘desempeño’ a la hora de comprender hacia dónde nos impulsaban las competencias. Quizás no expresaba adecuadamente toda la riqueza que su término anglosajón aportaba: Performance, puesta en escena. No queríamos quedarnos en la fórmula por la que algunos apostaron de ‘indicador de logro’. Esta era más finalista. El término desempeño, a nuestro entender, recogía más la importancia de la metáfora de los actores y artistas en el escenario desarrollando –desempeñando– su papel. Es decir, la escuela, el aula, como el escenario diseñado para ese conocimiento en acción, puesto en escena, al que impulsan los aprendizajes competenciales.

Ahora, más allá de los desempeños, es el propio escenario el que se revela clave en las líneas de futuro.

El mismo martes concurrían a la misma hora de nuestro webinar dos eventos de cierta relevancia. Por un lado, el Foro Virtual Educa, con sede y foco en nuestro país vecino, Portugal, que tan bien está haciendo las cosas en su desarrollo legal-educativo. Por otro lado, el primer día del debate sobre el futuro nuevo currículum para nuestro país.

En el Foro, de nuevo estuvo la apuesta necesaria a la apertura. La escuela conectada en lo que llamamos ecosistemas de aprendizaje. La escuela que se abre y se redefine (o la redefinirán). Entre las propuestas novedosas, precisamente, se encuentran los Escenarios de Aprendizaje conectados con la naturaleza.

Estas nuevas perspectivas sitúan el porqué y el futuro de la escuela en escenarios desconocidos. Así lo recoge José Antonio Marina en su Panóptico. Mientras, los sistemas educativos más eficientes del mundo dan muestras de que el modelo se está agotando, o incluso se atisba un futuro en que la escuela puede que ni tenga ese nombre (Michael Fullam), nosotros aquí tratando de ponernos al día generando división y confusión.

En este ambiente, el Ministerio de Educación promueve el debate sobre el currículo: el modelo de persona y de sociedad que se dibujará para nuestro país. Como bien reflejó el Secretario de Estado, puede que sea uno de los puntos en el que casi todos estamos de acuerdo. La reforma curricular es necesaria, ya urgente. Aunque sorprende que aun estemos debatiendo sobre si el currículum debe o no ser competencial, cuando deberíamos estar ya en la siguiente etapa y futura. El cambio profundo se dará cuando seamos capaces de educar el carácter, la predisposición y el deseo de aprender. Las funciones ejecutivas de nuestra inteligencia.

La gran mayoría de estas políticas bienintencionadas de impulso y calado curricular no impactan en el día a día de las aulas por no ir acompañadas de otras medidas con foco en el docente. En su preparación, acompañamiento y desarrollo profesional. El profesorado necesita pistas y ayuda para concretarlo y hacerlo realidad en las aulas/pantallas. Hacia ese camino práctico y de futuro apunta esta manera de integrar currículum, funciones ejecutivas, procesos cognitivos diversos y objetivos de desarrollo sostenible: los escenarios funcionales de aprendizaje.

O lo que es lo mismo, una manera de provocar la puesta en escena de los aprendizajes necesarios para el alumnado y sociedad de futuro. Una propuesta de guion para el profesorado, los directores de escena de este maravilloso espectáculo de la educación que diseñamos cada día en las aulas.