Autora: Patricia de Oliveira (Profesora de Educación Secundaria Trilema Soria)
Debido a mi edad, no puedo escribir desde la larga experiencia, así que he decidido compartir cómo funcionan mis clases de Geografía e Historia. ¿Qué tienen de distinto? Las casas de Hogwarts, los hilos conductores y los retos.
No creo en las fórmulas mágicas, pero poco a poco he ido trabajando en una dirección que, año tras año (y fallo tras fallo), se ha ido convirtiendo en mi propio libro de hechizos.
El primer paso, las casas de Hogwarts. Como buena Potter aficionada empezamos el curso repartiendo el grupo en las 4 casas de Hogwarts a partir de unos juegos de presentación que relacionamos con las virtudes asociadas a cada casa: Slytherin, ambición; Gryffindor, valor; Hufflepuff, trabajo y esfuerzo y Ravenclaw, erudición.
Todo lo que hagan se convierte en puntos positivos y puntos negativos. Al final de cada trimestre damos la copa a la casa ganadora y su merecido premio. ¿Qué da puntos? Los retos, los libros de Plan Lector, mantener su espacio de trabajo limpio, colaborar y ayudar los compañeros, mejorar en sus reflexiones… Todo lo relacionado con la convivencia y la competencias básicas se convierten en puntos de casas. A medida que nos conocemos, los puntos de casas también son retos de crecimiento personal individualizados a cada uno de ellos.
El segundo paso, los hilos conductores. ¿Cuánto dura el tiempo? ¿Cómo alejar el caos? o ¿Por qué abrimos ventanas al pasado? son ejemplos de estos hilos que al principio provocan confusión. Poco a poco la confusión se transforma en atención y curiosidad «¿qué me preguntará ahora?».
Me fascina verles en los pasillos compartiendo la información e intercambiando opiniones sobre cómo contestar a los famosos hilos. Para algunos, es un desafío y se lo toman realmente en serio. Para otros, es un espacio para dar rienda suelta a reflexiones personales. Eso sí, en todos los casos hay una respuesta que acaba de dar forma a todos los contenidos desgranados en pequeñas pistas a lo largo del proyecto.
Por último, los retos. Se enfrentan diariamente a los grandes desafíos de un historiador. Al principio son pequeñas definiciones pero poco a poco se transforman en investigaciones.
Investigan, dan pequeñas conferencias, se retan a sí mismos, reflexionan, argumentan y, lo más importante, relacionan o conectan el contenido. Reproducen el método científico de la historia, descubren las ciencias sociales y ahondan en los conocimientos. Buscan diferentes fuentes de información, quedan para ir a la biblioteca… Traer una fuente bibliográfica y no webgrafía es un plus. Y muchos pelean por ese plus.
Es realmente fascinante verles construir poco a poco el conocimiento a partir de las pistas, la investigación y, sobre todo, el juego. Es un proceso paulatino. Lo más importante es la confianza mutua donde, además, siempre hay un espacio para sus propias investigaciones.
Pero también, y no menos importante, el aula es un espacio de autoconocimiento. Se enfrentan a sus debilidades, refuerzan sus fortalezas y descubren cosas nuevas sobre ellos mismos.
Recientemente, despidiéndome del grupo de 4º de la ESO, compartimos experiencias de la asignatura y un alumno decía: “Geografía e Historia es la asignatura de los porqués. No preguntamos y cuestionamos todo y buscamos su porqué”.
Esta inocente afirmación me llenó de profundo orgullo y satisfacción (el ego también forma parte del juego). Un alumno se va pensando que Geografía e Historia no es la soporífera lista de nombres y fechas, se va preguntándose el porqué.
No puedo despedirme sin agradecer profundamente a TRILEMA por darme alas y enamorarme de la docencia, y a mis compañeros por la suerte de formar parte de este claustro que llevo en el corazón, por vuestra paciencia y apoyo.