Autor: Alonso Iglesias Sebastián (Profesor Trilema Zamora)

Colegio y familia conectados por una persona: el tutor o la tutora. ¡Qué gran conexión! Pero más grande es aun, cuando la conexión la llevan a cabo dos tutores por curso. Mayor es el reparto de tareas, mayor el tiempo dedicado a cada alumno, mayor la visión de las circunstancias que rodean a cada alumno, mayor la labor de ayuda a cada alumno. Dicen que dos ojos ven más que uno; pues cuatro ven más que dos. 

¡Qué importante está siendo la labor del tutor durante este período de confinamiento! No quiero imaginarme cómo estarán llevando a cabo esa labor aquellos tutores que tienen que hacerlo en solitario con grupos de más de 20 alumnos: tutorías con padres o con alumnos mediante llamada telefónica o por videollamada, conexiones online, correos electrónicos, asamblea de alumnos para observar su estado anímico, control de ausencias, envío de comunicados, envío de tareas y correcciones, control de tareas, etc., y además sus respectivas clases online.

¡Qué gran acierto fue nombrar dos tutores por curso!  Y más cuando se ha tenido en cuenta que uno sea del ámbito sociolingüístico y otro del científico-tecnológico, abarcando así prácticamente todas las áreas.

Desde el punto de vista académico, ¡qué visión más completa de la realidad!

Pero, ¿y desde el punto de vista educativo y emocional del alumno? Sin duda alguna, también es muy positiva la existencia de dos tutores por curso. De esa manera, el alumno tiene más posibilidades de hallar, al menos en uno de ellos, un punto de complicidad que le genere un clima de confianza que le facilite abrirse y así poder solicitar ayuda cuando la necesite. 

Sin embargo, la labor de los tutores no está consistiendo sólo en hacer un seguimiento académico, educativo y emocional de sus alumnos, sino también en conocer bien sus necesidades individuales, llegando a detectar incluso sus carencias fisiológicas y materiales y procurando que se dé solución a las mismas. 

Gracias a ello, el resto del profesorado está siendo consciente de la realidad de cada niño: si está bien alimentado, si descansa bien, si está triste, si está en un ambiente familiar adecuado, si carece del material escolar necesario en estos momentos, si está llevando bien o mal el confinamiento, etc.

Todas esas circunstancias harán que cualquier profesor empatice con sus alumnos y que, a su vez, tenga en cuenta esas circunstancias en el momento de la evaluación de cada uno de ellos. 

¡Sí, señor! ¡Qué gran acierto: dos tutores por curso! ¡Y qué gran labor la de todos los tutores!